Tal como estudios técnicos lo expresaron estadísticamente en su momento, antes de la pandemia, algunos sectores de la ruralidad en la provincia de Zamora Chinchipe no tendrían, de manera presunta, acceso a las ventajas que permite disponer de agua potable en los hogares. Por tanto, en esos casos específicos,las necesidades diarias se cubren en ríos y acequias de sus comunidades.
Esas carencias devienen en serias afectaciones en la salud de quienes consumen agua no tratada, ya que los cauces naturales de agua o los tanques comunitarios suelen arrastrar o almacenar diversas formas de contaminación bacterial y, por añadidura, su consumo es nocivo para las personas.
Aunque tanto las autoridades locales como las nacionales procuran que los servicios sanitarios sean parte integral de los planes de desarrollo humano aplicados en las comunidades, algunos sectores rurales suelen estar, todavía al margen es este tipo de progreso y se mantienen expectantes, en algunos casos, o molestos, en otros, ante la tardanza para acceder a los servicios básicos requeridos en la actualidad.
Ciertamente, son los niños quienes salen más perjudicados al beber agua contaminada, ya que su desarrollo físico se ve afectado por una desnutrición crónica y la acumulación parasitaria en su organismo, aunque la desnutrición infantil obedece a múltiples factores y no sólo al hecho de consumir agua impura.
Una condición intestinal inestable es otro de los matices que pone en riesgo la calidad de vida de las personas que consumen agua sucia, ya que tanto infantes como adultos suelen presentar cuadros diarreicos severos y permanentes que, con el paso de los años, se convierten en crónicos, menoscabando su salud.